jueves, 3 de abril de 2014

MORIR POR TU AMOR




Que dicha tan grande
sería morir en tus brazos,
sucumbir por este amor que disloca
mis pensamientos sacros.

Si, que placer, que gozo
sería morir contemplando tus amielados ojos;
esa dulzura que un día, me hizo perder la calma,
la cual llevo grabada por siempre en mi alma.

Morir así sería mi más grande utopía,
en tus brazos y contemplando tu dulce rostro;
y esa tu mirada que aún me tiene hechizada,
fundirme en ella para llevarla conmigo al nirvana.

Morir por tu amor que dicha sería,
entregarte mi vida en voto a nuestra alegría,
de esta pasión tan grande
como no existe en la vida,
un amor que se ha clavado
y que estoy segura, nunca cerrará la herida.

Por lo tanto pienso, que dicha tan grande la mía
el haberme alimentado de tu mies
el amarte tanto, por eso.
¡Mil veces morir que ir por la vida
con el silencio en mis labios
y el corazón vencido!
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

TIRSO Y SATURIA

 




Amándonos libremente  cobijados con el inmenso manto estrellado, Carlos y yo hacíamos planes para desposarnos en poco tiempo. Llevábamos cinco años de relación  y nos amábamos tanto que no podíamos vivir más tiempo separados el uno del otro. Yo le acariciaba y besaba sus grandes ojos color marrón que tanto me gustaban, y esa, su mirada tan profunda que me hacía temblar al contemplarle; tanto que su sonrisa me incitaba al beso más ardiente; de pronto, me tomó de la mano y mirándome fijamente en un leve susurro me habló en su acostumbrado tono.


-- ¿Amor, Isaura, puedes contemplar la inmensidad de agua que tienen los océanos, 
tal es ilimitado este amor que por ti siento, y no es de ahora no, este amor que siento por ti--, me dijo, 
--sigue vivo a través de los siglos, recuerda que en épocas atrás juramos amarnos hasta más allá de la muerte, ¿acaso no lo recuerdas vida mía?--
 Dentro de mi sentí el corazón desbordar de gozo, y al latir apresurad amente dejó escapar un suspiro sumiéndome en un éxtasis indecible, entre lo real y lo fantástico.


De pronto me vi salir de una gran pirámide, seguida por tres mujeres indígenas ataviadas con ropajes largos, en lo que yo vestía un lujoso y diminuto traje diseñado con caracoles vivos, sentí pavor; cuando a mi espalda escuché de pronto la voz de una de ellas, 

.-- no tema son doce, estos caracoles que cargo en este frasco al igual vivos están, como aquél amor que Tirso y usted se profesaron aquel día--

 Sin comprender aquellas palabras seguí andando hasta llegar a un enorme patio, el cual tenía en la parte de en medio unos códigos desconocidos para mi, por lo cual me fue imposible descifrar.


Al llegar me incliné de rodillas, posando mi rostro sobre la madre tierra, y pude escuchar claramente sus gemidos, si, como si se lamentara. Me puse de pie consternada, sin decir una sola palabra de lo que había escuchado, de todas formas, me hubiesen juzgado loca, nadie me creería. 

Comencé a danzar con el rostro mirando hacia el cielo y mis brazos extendidos, al momento que se dejó escuchar a los presentes un canto de alabanza, y a la vez que se unió a nosotras un grupo de hombres vestidos de negro gritando..

.-- TOUDAH, TOUDAH--

 Para luego concluida la danza  comenzar el ritual al astro rey. La misma mujer que llevaba el frasco, se me acercó y destapando el mismo iba depositando de uno en uno los caracoles en mi mano derecha. Al levantar mi brazo para arrojarlos al astro en señal de ofrenda, vi como mi brazo se convertía en una gran antorcha, más no dejé de seguir lanzando cada uno de ellos en medio de una gran algarabía.


En lo que los hombres a la vez se inclinaban y gritaban al unisono..

 --¡Hija del sol, es la hija del sol!--

 Para nuevamente comenzar a danzar formando un gran circulo en el cual quedé atrapada.


Concluido el ritual me dirigí hacia otra de las pirámides que se encontraba frente al gran patio ceremonial, seguida de las mujeres. Al entrar, quedé horrorizada, dentro del lugar se encontraban algunas mujeres leprosas, y una mujer tomaba de los cabellos a su acompañante tirándola por el suelo, la cual rodó escalones abajo. No me pude contener y en contra de mi voluntad lancé un grito atemorizada, mismo que las hizo voltear hacia la entrada. A verme estiraban sus manos en señal de súplica, gimiendo, no pude soportar más y salí corriendo. Eso fue lo que me hizo despertar de la alucinación.


Después al abrir los ojos Carlos, me miraba fijamente como si estuviera viendo un fantasma, no supe en ese instante explicarme la sensación extraña que me hizo sentir, solo supe que le amaba, con un amor profundo.

Posteriormente la tierra comenzó a temblar, él me abrazó tan fuerte que al caer por el mismo movimiento rodamos sin soltarnos, y un calor abrazador nos consumía al roce de nuestros cuerpos, al momento en que intenté levantarme para auxiliarlo ya que un pedazo de muro caía por su cuerpo, grité pidiendo auxilio más solo un gran silencio nos acompañaba. Y al acercarme nuevamente a él, vi con dolor como murmurando me decía.

--Amor mío, te espero más allá de la misma muerte--

 Reprochando le al Eterno ¿por qué, por qué me privaba nuevamente de la tan ansiada felicidad?.

 Loca de dolor me volví, me desgarré las ropas, arañé mi cuerpo ante la impotencia de no poder hacer nada. Mi amor, mi gran amor partía hacia el más allá, en lo que me aferraba a su cuerpo que aun tibio se encontraba.


Me puse de pie, salí corriendo y al hacerlo tropecé con una gran roca que se encontraba a la salida de la puerta deteniendo un pequeño macetero. Al momento que intenté levantarme, mis manos tocaron algo extraño en el suelo, limpié el polvo que cubría algo que parecía una pequeña puerta, con una tapa de hierro oxidado, intenté levantar la, pero me fue imposible, regresé al interior de la casa, dirigiéndome al cuarto de herramientas, del cual extraje un fierro que usaba el jardinero para excavar en el jardín, y lo metí en medio del acero y poco a poco logré levantar la tapa, pero, no podía creer lo que mis ojos miraban, 
¡un pasadizo! 

Me introduje lentamente arrastrando mi delgado cuerpo,  recordando que, había olvidado la lámpara,  de nuevo corrí a todo lo que daban mis delgadas piernas, para nuevamente intentar entrar, ya adentro, todo estaba lleno de polvo cubierto con grandes telarañas, sentí tan familiar ese sitio, si, ya había estado ahí anteriormente, pero, ¿cuando? si yo desconocía ese lugar.


Algo que colgaba en la pared, me llamó la atención, un enorme cuadro coloreado a mano del siglo XVII, el cual tenía grabado el año de 1868. Me fui acercando poco a poco hacia el, y grande fue mi sorpresa, mi amado Carlos y yo, eramos los de la fotografía, en la cual más abajo apenas pude leer unas diminutas letras con los nombres de Tirso y Saturia. Y sobre un viejo mueble de madera se encontraba un pequeño frasco, el cual contenía algo de liquido, lo tomé entre mis manos, aun ignorando de que se trataba, corrí hacia el cadáver de mi amado, sin él no me importaba la vida. Acomodándome a su lado, para luego beber hasta la última gota del mortal liquido. Afuera escuché como la lluvia comenzaba a caer sobre el tejado, pegué mis labios a los de Carlos murmurándole amorosa al oído,

--" mi amor, nos encontraremos en la siguiente vida". Más allá de la misma muerte--




Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Derecho de autor 1204100589178

EL VALOR DE LA AMISTAD




¿Que vale más que el sentimiento, una cara o un cuerpo? 
¿Entonces porqué dicen que nuestra amistad es virtual? 
Si te siento cerca, cuando juntas lloramos de alegría o dolor, si triste estas,
y tan solo nos separa el monitor, si nos entregamos a diario el corazón, con palabras de aliento, felicitación o saludo, o un sencillo clik, para hacerte saber que me encuentro cerca de ti. 
¿Es que acaso la gente no sabe distinguir? 
Cuando plasmo en mis versos mi sentir, Amiga, amigo.
La amistad para mi, es un tesoro valioso, es por eso que los llevo en lo profundo de mi ser, si sufren sufro al igual y si ríen mi alma salta de gozo, no importa la distancia, porque nos queremos y estamos tan cerca de un clik. 
Para decirte amiga, amigo, gracias por brindarme tu amistad, y muy bendecida me siento al conocerte, que no necesito verte ni tocarte, cuando en lontananza puedo abrazar tu alma, y enviarte un cálido abrazo con el viento.
Bendita sea nuestra sincera amistad.

LA MUJER QUE YO ADMIRO



Una mujer independientemente de ser ama de casa tiene el don de transformar su vida, aunque no siempre es valorada. La mujer es quien lleva las riendas de una morada, sin ella el hogar no sería un hogar ya que es ella quien brinda calidez y armonía a su familia. Esta vez no escribiré sobre mujeres ilustres, no, escribiré sobre la eminente mujer, la que permanece en el anonimato, la mujer sacrificada, la mujer sumisa, dócil porque de esa forma fue educada por sus progenitores. La mujer que por conservar su hogar y dar un buen ejemplo a sus hijos permanece callada soportando humillaciones y maltratos tanto físicos y psicológicos, en algunos casos. 



En espera de que sus hijos crezcan y así poder liberarse de yugos. Esta mujer, aparte de ser madre es medico pediatra, profesora, psicología, abogada, psiquiatra tiene un sinfín de profesiones y oficios, no reconocidos. En ocasiones sin tener una preparación académica guía a sus hijos en las tareas escolares aprendiendo junto con ellos, logrando con la constancia y dedicación sobresalientes profesionistas.



Ella la que haciendo a un lado banalidades, no tiene manos suaves y bonitas, la que no viste a la moda, la que no acostumbra los salones de belleza, ni sabe maquillar su rostro, ni mucho menos derrocha en perfumes caros, la que no tiene coche del año, y que para ella, es más importante el conservar ese dinero para la educación sus hijos, esta mujer es la que yo admiro. 



La mujer abnegada, que prefiere vivir a la opacidad del marido que salir atrabajar ocho horas diarias fuera de casa; por un mísero salario, que apenas si le alcanza para su transporte, la que prefiere economizar lo que su marido le lleva y estar al pendiente de sus hijos, poniendo en una balanza el amor y el tiempo de calidad que brinda a su familia, haciendo magia en lo poco, porque es una mujer mágica, que todo lo transforma y hace rendir, y muchas veces sacrifica sueños y hasta su propio apetito, con tal de ver satisfechos a sus hijos. En algunas ocasiones si por desgracia llega a quedar viuda es capaz de sacar a sus hijos adelante, y de mucho más, demostrando su fortaleza, inteligencia y valentía. Esa mujer es mi madre.




Autora: Ma Gloria Carreón Zapata.

Fotografía, mi madre Waldina Zapata H.

BEBIENDO TU RECUERDO




Las lágrimas que derramaste un día
adheridas las llevo en mi retina
mis ojos que ahora son tus ojos
las  beben gota a gota cada día.

Te observo en la penumbra
transformado en ser de luz
y digito esa tu sonrisa con donaire,
a mi alma marchita que florece
en un mundo de perpetuas primaveras.

Y me bebí tus lagrimas
y me adherí a tu piel
como tentáculo que hecha raíces en el corazón
renaciendo en un verde esperanza cada mañana.

Y me bebí tu aroma
aquellas garatusas que en tus brazos
devolvieron dicha dejando atrás la agonía
bebiéndonos las sales de la sábula
que dejó aquel verano consagrado en mi memoria.

Y te preciso todo
cuando mi cuerpo reclama cada beso de tu boca
cierro mis ojos y me bebo extenuada tu recuerdo.


Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

REMEMBRANZAS DE AMOR






Cierro mis ojos y percibo los frescos aromas de la bienaventurada primavera.  A mi mente acuden las imágenes en que juntos ascendimos por aquella frondosa cordillera. Al bajar mis pies resbalaron, yo tenía temor de caer pero tú me tomabas entre tus brazos invitándome a seguir paso a paso. 

Con tu apoyo seguí adelante, al llegar a nuestro destino te recostaste sobre el pasto extenuado, en lo que yo no me cansaba de contemplar tu barbado rostro. Tus ojos, esos tus lindos ojos que tanto me gusta contemplar.

 Por que en ellos, veo reflejada la ternura que en tu alma anida. Ese brillo celestial que he encontrado en ellos me dicen que eres mi afición. Recuerdo que me acomodé a tu lado deseando que ese día se quedara en nuestro recuerdo para siempre. Amor, aquel verdinegro paisaje, ese  fresco olor a hierba sano como nuestro cariño.

 El sonido de las hojas que crujían y las ramas que al moverse melodiosas espantaban a las aves que al darse cuenta de nuestra presencia comenzaban a entonar melodiosas notas en honor a nuestra adoración. Era en ese momento que comenzaban a danzar de rama en rama, en lo que el viento ululaba a la par y comenzaba a cantar...

"Dos poetas le cantan al amor, ahora se encuentran aquí, en Villas del carbón.
El murmullo del agua de aquel majestuoso río al correr, se llevaba  para siempre el juramento de nuestro gran amor y lo depositaba en la profundidad donde las piedras que arrastraba la corriente, melodiosas daban gloria a Dios.

Ese atardecer  parte de mi alma quedó para siempre sepultada entre la espesura de la gran cima, y fue en ese momento en que brotó el gran afecto por tu bendito linaje que nos acompañaba.

 En lo que nuestras bocas esa misma tarde se profesaban un gran cariño, una pasión sin igual, un amor entregado, desinteresado, pulcro y cristalino como el mismo cielo azur , que de lejos nos cubría de bendiciones. Esa tarde amor me sentí la mujer más feliz del planeta, y hoy añorando esa víspera florecida ruego al cielo pronto poder estar a tu lado nuevamente para nunca más volver a separarme de ti.


Más hoy en esta fecha, y sin lograr contener las lagrimas de tanta felicidad mi memoria ha vuelto a evocar esta parte de nuestra gran historia de amor, capturada para siempre en mi alma de mujer enamorada.

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.


LECCIÓN DE VIDA





Aquella tarde de álgido invierno en que la naturaleza nos obsequia el bello y nostálgico paisaje y las hojas teñidas de ocre van cayendo poco a poco de sus tallos hasta formar la gruesa alfombra de hojarasca.


Me sumergí en la melancolía, aislándome del mundo por entero, pensando en la distancia que me desconectaba de mi amado físicamente. Y mi rostro plañido de rocío no pudo evitar dejar de sentir el desconsuelo. En lo que un pequeño gato maullaba al compás de mi agonía. Más de pronto, yo que no soy aficionada a los animales  me asomé por la ventana para ver de donde provenían esos terroríficos maullidos, él, seguía maullando lastimosamente  como queriendo comprender el dolor que esa víspera me estrujaba.


Me acomodé al calor de la chimenea en un viejo sofá, hojeando un viejo libro de rimas, prosas y leyendas, recordando al gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer. "La Corza Blanca", uno de sus relatos. Naufragué en el más temible misterio donde la protagonista se transforma de noche en el citado animal, de pronto, un escalofrío invadió mi alma, al sentir que algo rosaba sobre mis piernas, No pude evitar pegar tremendo susto, era un gigantesco gato de color beige  que se acomodaba a mi lado, de inmediato reaccioné de forma agresiva sacándome la pantufla para darle con ella. Más todo quedó en el intento, ya que mi hija, al escuchar mis gritos, bajó corriendo y gritando desaforada.

 - Nooo, mamá--
--¿ Por qué le pegas?--

Ella no hace nada es kiki, siguió hablando en lo que se alejaba con la gata en brazos, ya la había adoptado como de ella. Pero más tardó en retirarla de mi que la gata en escaparse para regresar a mi lado nuevamente, y de un saltó caer sobre mi regazo  paralizándome del miedo que me producían esos animales. sentí que todo mi cuerpo se cubría del pelo del animal, para luego yo iniciar un vals de estornudos.



Me encaminé hacia la alcoba de mi hija para tomar prestado su ordenador por que el mío se había averiado. Ella, a esas horas se encontraba en la universidad. En eso, sentí que la gata, de una gran pirueta trepaba hacia mi cuello sin parar de ronronear paralizándome DE terror y después pegar tremendo grito horrorizada.

 -¿Un gato arriba de mi?, -¡que horrooor!-
Con rapidez  la tomé de los pelos y la aventé algunos metros sin dejar de pensar en la leyenda de Bécquer.



Apresurad amente me dirigí a la entrada y de un fuerte portazo coloqué linea divisoria entre ese monstruo para después escuchar de nuevo un fuerte golpe en el pórtico. Me precipité a espiar  pensando que era un intruso o tal vez un invitado de la kiki. 

Más mi suposición fue errónea, al ver entrar a mi hija Ariadna por la puerta principal muy sonriente  haciendo mimos a la gata antes que a mi. Me acerqué amenazante ante la presencia de kiki y de un grito histérico provoqué temor entre las dos. 

-¡No quiero a este animal en casa!- Grité enfurecida.

 Dirigiéndome al teléfono que en ese momento interrumpía, levanté el auricular sin deseos de iniciar ninguna charla.



De aquél lado de la linea escuché una voz de mujer, que muy amablemente me comunicaba. 

-Señora, su cita era para este día y usted no se presentó- 

Agradecí el recordatorio y colgué,si, había perdido la cita al doctor, bueno ya la sacaría nuevamente, me dije, ahora lo importante era sacar a ese pequeño engendro, a como diera lugar, lejos de casa.



En esa misma semana me presenté al doctor; que ya tenía el diagnostico del laboratorio, para luego extenderme otras ordenes más de radiografía y un ecosonograma. Así fue como deambulé por el hospital por algunos días, hasta obtener una respuesta a mis estudios. Cuando menos estaba descansando de kiki, murmuré entre dientes. El Doctor de medicina general, me informó esa misma tarde su diagnostico...-"Hipertiroidismo"- que había adquirido, debido a un trastorno metabólico, esa era la causa de mi taquicardia, perdida de peso y nerviosismo, dijo, así que más estudios y más visitas al hospital, eso me hundió más en la desesperación. Por un lado el pequeño enemigo y por otro mi delicada enfermedad. Desde ese día kiki se volvió mi compañera inseparable, más yo solo buscaba la manera de deshacerme de ella.



La gata sentía mi rechazo, y buscaba la forma de ser aceptada por mi, más yo, con eso de la enfermedad me fui olvidando poco a poco de mi macabro plan, deshacerme de ella. Y una tarde en que frente al espejo cepillaba mi cabello, ella trepó al tocador amenazante, yo, había violado su privacidad entrando a la recamara de ella y de su ama; ahora era ella quien me rechazaba y quería verme fuera de la alcoba.



Me acerqué a la computadora de mi hija nuevamente temiendo ser agredida y para pronto, kiki, amenazante de un ligero brinco; se tendió sobre el teclado. Pegándome tremendo susto, que me hizo salir precipitadamente del lugar. Desde ese día yo trataba de amistar con ella, pero ella me había declarado la guerra. Al paso del tiempo y acudir a una de mis citas al hospital, y el Doctor, darse cuenta que el medicamento no había evolucionado como era debido, tomó la decisión de intervenirme. En ese lapso, no había conseguido deshacerme del terrible animal, que deambulaba dentro de la casa, solo espiándome o esperando el momento de atacar al enemigo, que era yo, así lo imaginaba.



Mi salud mermaba cada día, no hubo más opción. El Doctor programó la fecha de la cirugía, y kiki cada día se volvía más agresiva conmigo; sin embargo, no dejaba pasar la oportunidad de vez en cuando de hacerme una de sus travesuras, o espantarme con sus terribles maullidos.



Llegué al hospital, no sin antes ponerme en las manos de Dios y despedirme de mis hijos y de la odiosa kiki. Pensando en que ya nunca más regresaría a casa, que era ella quién había triunfado, al fin, ella era quien me había sacado de mi hogar, apoderándose hasta del cariño de mi pequeña hija. Pasaron las horas y de pronto, al despertar de la anestesia, vi que mi pequeña no se había separado de mi, estaba sentada ahí junto al buró, que sostenía una pequeña lampara, y a lado del teléfono un recipiente de agua, y mi hija entre sus manos sujetaba, un “mata burros” de alguna de sus materias, ya que estaba por terminar su carrera de química. Acercándose a mi, me apretó la mano en señal de aliento, y dándome un beso en mi mejilla,me dio la noticia de que su papá había estado al pendiente de la cirugía, no había podido estar a mi lado personalmente debido a su función , pero estaba al tanto de todo, a la distancia.


Después de las instrucciones dadas por el Doctor; al tercer día fui dada de alta, mi marido pasó a recogerme para llevarme a la cabaña en Villas del Carbón, a llevar mi convalecencia, así que a los pocos días, partimos los cuatro, mi amado esposo, nuestra pequeña hija, y, la odiosa kiki, quien en el camino, no dejaba de asustarme con sus terribles maullidos. Más a la vez, en ocasiones se me acercaba tratando de reanimarme, y yo con la cicatriz en el cuello, trataba de que no se me acercaba, temiendo contraer algún virus o alguna infección.



Al fin llegamos a la cabaña; luego de largas horas de viaje, y después de instalarnos, y de bajar las maletas me dirigí a contemplar el hermoso panorama que ofrecía la sabia naturaleza, no sin mi esposo a mi lado; que trataba de recompensar los días en que estuvo ausente, en lo que kiki corría por toda la choza, contenta de sentirse libre. En ese momento mi amado me tomó entre sus brazos dirigiéndose a la pequeña alcoba, para luego, depositarme en un cómodo sofá, de donde se podía ver la gran montaña de color verdinegro, prometiendo que en cuanto mejorara mi salud volveríamos a escalarla como cada año lo hacíamos en compañía de toda la familia.




En lo que kiki, celosa no dejaba de seguirme, y cuando tenía la oportunidad se paseaba por mis pies sin dejar de ronronear, yo sentía que me retaba, fue entonces que urdí mi macabro plan, en cuanto regresáramos kiki, se perdería en esa gran montaña, ella no regresaría a la ciudad. Era mi oportunidad, me desharía de ella, si, al fin, descansaría de esa gata mimada, al fin y al cabo me había robado el cariño de mi pequeña hija y hasta de mi marido, inclusive del cariño de mis demás hijos, la amaban. Pero ella parecía presentir lo que yo tenía en mente, desde ese día no se despegaba de mi y se acomodaba en mi cuello, cuando se daba cuenta que yo dormía, y al despertar hacia rabietas al sentirla acurrucada en mi cuello.


Una tarde en que mi marido salió por leña a la montaña, para encender la chimenea de adobe, que había mandado fabricar hacía muchos años, abrí la ventana un poco y corrí las cortinas, para que entrara el viento, y se ventilara un poco, que en ese momento ululaba a la par de la kiki que hacía unos ruidos extraños. Me dispuse a leer, cuando de reojo, vi a la gata, acomodada a un lado de mis pies. 

En ese momento me llamó la atención verla en una postura extraña, como si estuviera apunto de cazar algún bicho, esta vez yo leía “Axolotl” de Julio Cortazar, De pronto, di un reparo al ver a kiki, como se lanzaba sobre un animal que parecía ser una víbora venenosa, si, era una víbora coralillo, por sus colores la reconocí, la cual había salido de la chimenea al remover los residuos de la leña quemada. 

Yo grité a todo lo quedaba mi garganta, aunque tenía prohibido por el médico no hablar mucho, ya que la glándula había presionado las cuerdas vocales, y había afectado un poco la voz, más en ese momento olvidé toda instrucción.


De pronto sentí los brazos de mi amado esposo tratando de protegerme, el cual al escuchar mis gritos, soltó la leña para correr en mi auxilio, y tomándome de la cintura, me condujo al sofá nuevamente, y no sin antes acariciar a kiki quien se encontraba ya nuevamente a mis pies, orgullosa de haberme salvado la vida. 

Más el monstruo no dejaba de ronronear, enredándose en mi larga bata, en lo que yo, en ese momento no encontraba donde meterme, y de alguna forma hacerle entender a kiki que estaba arrepentida de mi mal proceder, me sentía avergonzada.



Pasaron los días de mi convalecencia, e hicimos planes para regresar a casa, esa noche, kiki no se despegó de mi, durmió a mis pies, me había salvado la vida, así que, estaba en deuda con ella, me olvidaría de dejarla en la montaña, y ahora tenía que soportar su ronronear y hasta se había adueñado de mi cama, y de toda mi familia. mis demás hijos, que sin conocerla aun, ya la amaban.Ya de regreso, conforme el coche avanzaba me internaba nuevamente en mis pensamientos. 
-¿Que hubiera pasado si kiki no hubiera estado cerca de mi en ese momento?

 Quizá yo ya no estuviera viva, pero gracias a ella, regresaba a casa feliz.



Nunca más pensaría deshacerme de ella, al fin, como decía mi hija, cuando yo me molestaba por ver alguno de sus pelos en mi ropa, - mamá a nosotros los humanos también se nos cae el cabello, y no pasa nada, nosotros los humanos también tenemos parásitos no pasa nada, solo que nosotros los humanos nunca somos capaces de arriesgar nuestra vida por el prójimo, eh ahí la gran diferencia entre kiki y nosotros,los seres humanos. Avergonzada solamente incliné la cabeza para solo contestar con un reproche. – Si, eso dices tú por que kiki es el animal que más te gusta-.



 Miguel solamente movió su cabeza para inclinarse a darme un beso en la boca no sin antes pasar su brazo por mi cintura y murmurar quedamente al oído -Lo siento amor, tenemos kiki, por muchos tiempo-. Ese animal, me había dado muy buena lección de vida.


FIN.






Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.


Derecho de autor



HIMNO AL AMOR











Mi corazón como golondrina elevó sus alas 
a la región aérea alejando la tristeza,
embriagado de ilusión se prendió del pensamiento 
para luego posarse sobre el Olimpo
haciendo de nuestro amor un himno 
que tocó al compás de nuestro gran idilio,
y nuestras rutilantes almas despidieron 
rayos luminosos brillando como el Tíbar.

Desde ahí contempló con ilusión 
las maravillas de la creación,
dándose cuenta que la vida 
era poca para este gran afecto
 voló mi alma como vahage
buscando un lugar 
donde anidaran nuestros ensueños
ahí canturrearon nuestras almas 
engarzadas como piedras preciosas
entonando el himno del amor
interminable como el tiempo.

Cantamos a la risa, a la fama
al deseo y al pensamiento
nada más valioso encontramos 
que nuestra dilección
en un amanecer regocijados 
probamos el alimento de los dioses
aprisionamos nuestras almas bebiendo 
nuestro aliento hasta fundirnos en uno mismo.

Tórridos como el fuego nos fundimos unánimes,
bendito nuestro afecto que nos arrastró a la gloria
así de nuestro infierno logramos fundar un paraíso
cuando el ala tiró de la viga callaron los vientos , 
los ríos y los volcanes
suavizando dulcemente 
a nuestro oído la más sublime nota.

Cantamos a la afición extasiados, 
cantamos de amores y a todo lo divino.
bebiendo de nuestras trémulas bocas
los hibleos ósculos cristalinos
testigo fue el profeta vaporoso 
que predijo nuestra suerte.

Se extendió nuestra pasión 
como nube blanca y ligera
el cisne entonó ledamente 
“el himno del amor”
en lo que yo subí al caballo alado
inmortalizando para siempre
nuestro fértil sentimiento.


Como la diosa Vesta vivo consagrada 
eternamente a esta alabanza del amor.


Autora: Ma Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.



El presente dejó plantado el lúgubre pasado, yerto de frío; prometiendo mañanas de cristal. Palpé tus labios ávidos de mi y con el rostro plañido de cincuenta lagrimas; reí en el momento en que cayó el rocío al salir el sol. Y como el ave fénix resucité aferrada a la esperanza, intentándolo una y otra vez, ahora, con un beso tuyo me bastó; cuando nuestras almas acordes en sentimiento se unieron en armonía y constancia, y me perdí en el vértice de tus caricias, ya no se ni quien soy, ahora te pertenezco, y aunque camine a despoblado sé, que de tu mano voy por siempre, cuando el jilguero canta sé que tú me esperas impaciente. Comienzo a experimentar nuevas sensaciones, la vida me brinda nuevos sueños, que prometen, después de que en el extravío deambulé afirmando que había llegado sola al final de mi último verano.

Más tu dádiva estaba presente, regalándome vida y nuevas quimeras, abriendo surcos para entregarme la felicidad anhelada.
He emancipado el silencio detenido, y los mil te amos que para ti he atesorado. Y esos ósculos deliciosos que solo tú, has podido deleitar de mi amén escarlata.

Ahora vivo dando vueltas sobre ti, en lo que tu danzas cual colibrí, después de que he sido fecundada. Me conduces a tu nido, forrado de placer y gloria, y yo deseosa de libar desesperada, de tu boca que me tiene embrujada, cuando antaño, me sentí exterminada. Y ahora mi nicho se llama tú, cuando me brindas el néctar de la felicidad, y me alimento de tus mieles, manjar de dioses. Retomando fuerzas para sobrevivir, y junto a ti, la vida marca la luz del camino al abordar la felicidad que solo conocí en efímeros instantes, y hoy para siempre eterna la vivo entre tus brazos fuertes y vigorosos.

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
Derecho de autor 1204100589178

ME GUSTA LA DANZA DE TUS BESOS.




Me gusta cuando me guías a nuestro aposento con mesura,
en el momento en que tus manos acarician mi cuerpo
y van resbalando poco a poco por mi espalda;
y bebo ansiosa hasta llegar a tu boca, quieta e inofensiva
deleitándome de tu exquisito sabor.

Anhelo tu boca que a diario me provoca,
tus labios suaves y cálidos 
en el tiempo que se abren al compás del beso,
donde nuestras lenguas se unen
danzando entre si, sellando nuestro afecto.

Saboreo cuando aprisionas 
mi boca contra tus labios,
uniéndose en un largo y apasionado beso 
y esa sensación que hace 
latir acelerado el corazón,
iniciando una danza amorosa y sensitiva.

Disfruto, cuando suspendes el beso
para pronunciar quedo, un te quiero,
para mirarte en mis ojos, tus ojos
y reflejarte en ellos contemplando mi embeleso,
me gusta si, la danza de tus besos en mi boca.

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

PRIMAVERA




Hoy llega la primavera sazonando nuestra tierra, con sus flores de múltiples tamaños y formas la engalana, y el dehesa cubre el planeta como la esperanza mi alma, que espabila los gajes de mi juventud. La fe, es mi mayor estandarte y la llevo conmigo a todas partes. Las aves gorjean melodiosas, desde el Duero hasta el Río Bravo, y en conjunto cantan victoriosas el himno a su creador, y el verde desprende su esencia que invita a reflexionar. La primavera ha llegado y se a posado heroica sobre mis hombros nevados. Y a ataviado de colores mi alma ilusionada. Las flores y las aves danzan al compás del viento, cual si fueran damas en espera de ser rescatadas.

Benditas estaciones que como acuarelas tiñen el ambiente, ocre, verdinegro, blanco, rosa, y de la mano del arcoiris el viento emperifolla la región aérea, cuando el sol arde desprendiendo rayos de luz, y mi rostro arrebolado, no se cansa de dar gracias a mi Principie Soberano. Es tiempo de florecimiento y danza la estación, revestida de nuevos sueños, e invita a nuestras almas a vestir la túnica de la conciencia y el escudo de la esperanza. Luchemos unidos con el afán de rescatar nuestra flora y  nuestra fauna. Aunque de sobra sepamos que, una golondrina no hace primavera.

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

LA POETA Y EL GORRIÓN (Reflexión)





Aquella cálida tarde de verano, en que el crepúsculo regalaba un aire perfumado al ambiente; me encontraba paseando por el verdioscuro dehesa, y a lo lejos vi, un gorrión aterrizar en una de las ramas de un pequeño arbusto, herido se encontraba.

Me acerqué lentamente para no ahuyentarlo, lo tomé entre mis manos; le entregué todo el cariño que es capaz de transmitir el ser humano, lo arrulle entre mis brazos, lo alimenté, le dedique mis versos, y comenzó a hacer quiebros con la voz en la garganta, retozando feliz a mi lado; rogándome suplicaba que no lo lanzara al viento, tenía sus alas rotas; las cuales trate con denuedo. 

Un día me pidió que lo enjaulara, que lo atara si era posible, más suelto lo dejé. No me gusta ver las aves en cautiverio, sin embargo le pedí, que cuando quisiera marcharse, me lo comunicara; así vivimos los dos algunas lunas, un bello idilio, poeta y gorrión se unieron en un solo canto dedicado al amor.

 Al pasar algún tiempo, vi el hastío dibujado en su rostro y le pregunté...
- ¿Quieres elevar tu vuelo?
- No, me contestó, 
¡soy feliz a tu lado!

Y así seguimos, más yo me daba cuenta que el cariño que le profesaba, no le era suficiente. De pronto me gritó que mi amor lo asfixiaba, pidió que lo liberara, que estaba cansado de mis caricias. 
Y sin decir más lo tomé en mis manos, y con un beso en su pico lo dejé en libertad, y vi, como feliz alzaba el vuelo directo a su libertad.
Y con lagrimas en mis ojos le despedí. 
Adiós querido gorrión.
-¿Quieres volar? ¡vuela, vuela alto!
¿Como detener su vuelo, si de tanto amarle, solo deseaba su felicidad?
Adiós mi querido gorrión te amo tanto y al saberte libre seré feliz eternamente.

" Más luego recordé las sabias palabras de un gran jefe Sioux. Si quieren que entre ustedes el amor perdure, "VUELEN JUNTOS, MÁS NUNCA ATADOS"


Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
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